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11/12/20

Vaca Off

Vaca Off

Ha llegado el día en este año, que decimos: apague y vamonós…
hoy es mi última columna del veinte veinte, año en el que está por
demás analizarlo de manera negativa, lo único positivo fueron los
contagiaos del covid (sia necio) siempre les cuento mis planes en
navidad y año nuevo, pero esta vez… voy a hacer lo mismo de todos
los años: nada… estar por ahí, esperando que se pasen los quince
días de vacaciones, para volver a sufrir con los estúpidos que llegan
a molestar al trabajo… relajarse un rato mientras el mundo da otro
giro desacertado y no querer darse cuenta de las cuitas que nos
rodean… al menos, lo de la educación se ha ido mucho al carajo
ahora las graduaciones (ni que fuera un ecualizador para que lo
gradúen) van a ser de quince minutos y según dicen tendrán los
potrolocos… portocoslo, pretyiwoman… lineamientos! alabados
por el ministerio ¿alabados? alabado sea el señor! al lavabo sea
el señor, para que se lave bien las manos…noooo, abalados…
ovalados… como sea… ya se me olvidó qué era lo que estaba
comentando… (y si comen-tanto mejor no los inviten) que el tal
ministerio sea alabado… por los borregos no es nuestro problema
el problema es que venga el dos mil veintiuno y la cuestión siga…
que veo a muchos deseando que termine este año como si las
trifulcas se fueran a terminar el treinta y uno de diciembre a la
media noche… que no, zopencos, que un cambio de año no
significa un final y comienzo de absolutamente nada, “que voy
a cerrar un ciclo para comenzar otro dicen” el único ciclo que
cerró fue el del primo, que ya nadie lleva bicicletas a arreglar…
todo mundo quiere comenzar desde cero el primero de enero
cuando esta porquería sigue por derecho, porque a la rotación
de la Tierra le vale tres hectáreas de ver… ga, lo que esté
sucediendo en algún momento dado (dado: un cuadrito con
puntitos pa jugar dados…) y es solo una disposición técnica
para medir y medio controlar el tiempo y esas nimiedades… ni-
mi-edad-es, ni la suya tampoco… por lo que, por este año, basta
de quejarse, de maldecir, de renegar, de criticar, de despotricar,
de hacer el estúpido, de escribir soeces (y sobre heces) (como
se habrán dado cuenta, me lo estoy diciendo a mí mismo) que
ya mi mente no da más, vieran como me he acostao… digo, como
me ha costao llegar hasta este punto en la Columna… ya el
medicamento me hace intercambiar las letras y “carra dato”
mestoy equivocando… y tengo que corregir y si no solo regir…
porque está regia la cosa, jodío… dirían nuestros hermanos del
norte… bueno, hermanos míos no son, ¿por qué les dirán así?
de momento los dejo con sus arboles de navidad, sus portalitos
(sus portarretratos) que me voy a descansar y ahora sí, no se
sabe si los veré más… recuerden, si van a llegar los reyes magos
o santa clós a sus casas, exijan que se pongan las mascarillas o
en su defecto (o el mío): las más baratillas… 






14/4/16

Bien Tós De Cambio

Bien Tós De Cambio

 No sé si recuerdan aquella famosa canción de Scorpions que
llevaba por título “güin on cheins” (lo siento yo siempre la
“cantaba” así) la cual nos hablaba disfrazada de balada, los
vientos del cambio que se daba allá a principios de los noventas
(que no vendían nada (bueno los escorpions si que vendieron))
Y si no recuerdan esa canción, menos van a recordar esta
Columna de hace casi un año que escribí referente a los cambios
significativos que he visto en mis pueblos (porque son varios en
los que habito en esta vida rutinaria) con el asunto de haber
tenido salones de baile para gestionar bebés y quince o veinte
años después haberlos convertido en locales de abastecimiento
de comida para alimentar a esos bebés, como quien dice: causa
y efecto, desde hace un año o algo así, que frecuento uno de
esos lugares a comprar los víveres para -como la palabra lo dice-
vivir unas horas mas, al menos sin tanta hambre… Y hastora me
percatao de la diferencia del local, hoy, entré como si cualquier
cosa al otrora salón más famoso de mi comunidad, que durante
no sé si treinta años funcionó como centro de diversión,
esparcimiento, quinciaños y bodas que traían su rato de baile,
juerga, amoríos (en realidad, nunca para mí) y muchas, se podría
decir, que aventuras y recovecos de la juventú… de repente, se
me vino a la cabeza un nostálgico recuerdo (pero fue una bolsa
de arroz que me cayó encima) de aquellos años perdidos en el
tiempo y también de perdidas de tiempo retozando en aquel
salón, oscuro y acogedor (igual, nunca para mí) caminando entre
los estantes recordé las luces de la discomóvil y las parejas tiradas
a pista en un estrepitoso y bamboleante rito de movimientos
merengueados y cumbiados de esa época, en la cual si ponían
salsa tenía que salirme pa juera, porque no la soporto… y ahora,
es por la salsa (de tomate) que me tengo que quedar buscándola
en su respectivo anaquel a la par de la mayonesa y la mostaza…
recorría los pasillos, imaginando la bolota de espejos que reflejaban
esas luces y deslumbraban a los bailantes y a los que muy
modestamente dábamos vueltas como idiotas (eso sí, siempre
yo era uno de tantos) es decir, los perdedores buscando a la fea
del pueblo pa’ sacarla a bailar… por que de otro modo eramos
sonaos, si teníamos la osadía de invitar a bailar a alguna que no
fuera de nuestra condición (feos y pobres) y de pronto, en esas
vueltas y envuelto en la niebla con olor a coco, choqué contra el
frigorífico de la leche, la natilla y los quesos, devolviéndome a la
realidad presente, pero luego, vi como a través de un umbral del
tiempo, la barra donde se expendían bebidas y uno se sentaba
a charlar a gritos con los amigos (bueno, yo no, nunca tuve plata
para bebidas… ni amigos) me fui acercando para intentar tocar
aquel espejismo temporal y en eso el dependiente, cogiendo el
café, el azúcar, el arroz, la salsa, la leche y la mortadela, los pasó
por la maquinita cobradora y me dijo con cara de empresario
recién galardonado con el premio a cliente del mes: ¿alguna otra
cosita? yo, más ensimismado que un jugador de ajedrez calculando
las consecuencias de un movimientole contesté: sí, sí, unos
chocolates pa´los chiquitos… (que en realidad ese antiguo salón
no tuvo nada que ver con su gestionamiento… digo gestación)
y después de todo: qué bueno que hayan puesto comida
en vez de las viejas estiradas que siempre me “sonaban”…