Extraviado
Intentaré narrar uno de los viajes mas alucinantes
que he tenido, si bien no es el único que me ha
ocurrido, todo empezó un día en la oficina en la
que aburrido cómo estaba, decidí que era hora
de mi tratamiento, pero descubrí que codeína y
vino, no se llevan bien, se llevan de maravilla…
no me pregunten cómo ni por qué, me vi casi
de inmediato rodeado de seres extraños, que
eso si no tenían nada que ver con duendes,
gnomos hadas, ni campanitas…, la jornada al
centro de la mente, me dolía la espina dorsal,
pero la razón era que tenía un arpón clavado
en medio de mis aletas ¿aletas? ¿esos no son
los que participan en las “otlimpiadas”? entonces
fui pescado… luego, de que un monje tibetano
me rescatara y depositara en la reunión de
elgos (que son más poderosos que los elfos)
me dediqué a disfrutar de mi metamorfosis
las luces se apagaban y encendían, formando
miles de colores ante mis millones de ojos
la senda que marca la desgracia se borraba
las frases metidas a la fuerza me agobiaban
lo monótono de un día se completaba en esa
inmensa ignorancia que traté de asimilar y que
por no tener fuerzas ni deseos, dejé ir sin que
me importara un ápice.
se me acercó un tipo bajo (pues no les gusta
ser tratados de “enanos”) y al ver a las doncellas
girar y hacer piruetas me hizo un comentario
soez (e-so ez…):
-Yo una vez practicaba sexo oral y se me quedó
enganchada la plancha de dientes postiza en la
cavidad vaginal de mi amante…, pero metiendo
mis dedos muy profundo, puede sacarla-
Yo lo miré durante un rato, sintiéndose orgulloso
no sé de qué y le respondí:
-Pues agradece que al ser impotente, no llegaste
a penetrarla, pues te hubieras mordido el miembro
tu mismo…-
la carcajada que soltó me extrajo de mi propio
estupor, el ambiente se distorsionaba, los
cangrejos que se movían se detenían
constantemente, los augures volaban
despiadadamente y este ser se convertía de nuevo…
las páginas se sucedían, una tras otra y las horas
parecían años, la vejez festejaba, los sueños no lo
eran, la necesidad iba en declive y la seguridad…
¡la seguridad pública!, todo mundo corrió, se
separó enfiló hacia sus madrigueras, todo fue caos
y el vértigo (palabra correcta para denominar
“mareo”)se apoderó de las miles de alimañas
de las que mi cuerpo estaba formado ahora,
luego, la paz luego, la realidad y un cable que
se desconecta y me saca del océano, unas horas
que fueron como siglos caminando en tierra
firme, luego por intentar rescatar un ave fénix
moribundo… obtuve quemaduras de tercer
grado (bachiller) en mi mano… el usual dolor
no vino si no hasta dos días después.
(no continuará)
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