Nace otro Ayudante
Viajamos en un instante que se pierde, pasamos de
un instante a otro, sin reparar en ello, y luego nos
lamentamos porque el insulso tiempo se va, aprovechemos
o no los instantes… igual se van y Tufemo no los puede
alcanzar, la máquina del tiempo está estropeada, la crisis
lo tiene agarrado del cuello, la pensión que viene pagando
desde hace como setenta y cinco años no lo deja
evolucionar ¿y porqué paga pensión hace setenta y cinco
años? (si no sabes, es porque no has venido al día con
las trifulcas de Tufemo) simplemente es que le mandan
los cobros desde el pasado, pues la mamá de Blasfemo
se quedó atrapada en el año en que este nació y por eso,
para ella sigue siendo el mismo tiempo… por lo que
nuestro héroe se encerró en su laboratorio (no tenía
laboratorio, acabo de inventarlo) a estudiar el porqué
no se puede (o si se puede?) viajar en el tiempo,
primero que nada, tenemos el problema de las “paradojas”
(si fueran “para-otra persona, sería mas fácil, pues “doja”
es muy difícil de ubicar) entonces, con los instrumentos
que contaba cambió las “paradojas” por “paralichas”
luego deviniendo en “paraguas” , “parapetos”
y “parangutirimicuaros” (estos más fácil de detectar que
las consabidas “dojas”) hablando de orangutanes calvos…
Tufemo pensó que debía contratar a un asistente que le
ayudara a buscar a Blasfemo, perdido en el tiempo, así
que se dedicó a leer libros místicos y brujería, así como
horóscopos (¿han visto que si le cambiamos a “horóscopos”
las “o” por “a” dice “haráscapas”?) (y para que quiero yo
“hacer capas”? es mejor “hacer copos” o “copas”) y en
eso se llevó todo el capítulo Tufemo: leyendo tonterías
hasta que “vualá!!!” (no se si se dice así pero suena vacilón)
se hizo super… super-sticioso… sin embargo, durante las
semanas siguientes se empezó a incomodar porque se
ponía de malas cuando se le cruzaba un gato negro en el
camino o tenía que pasar debajo de una escalera (aunque
fuera eléctrica) y se empezó a enfurruñar, le cambiaba
el humor, le gritaba a los clientes… (a no, ese soy yo)
entonces un día… harto de su nefasta vida, se fue para
el bar (de Moe) y ahí se metió una rasca…, botó mesas
y sillas, no le hizo caso a un chiquito que quería hablarle
los muñequillos de los semáforos se peleaban entre sí…
salió volando y arriba se dividió en dos (me parece que
esa escena ya la he visto en una película de otro superhéroe
de menor calidad (según las encuestas)), con todo esto,
Tufemo quedó confundido, ahora no sabía cuál era cual,
por lo que después del pleito (del pleito con el cantinero,
porque no quería pagar la cuenta) decidió ponerle otro
traje a su gemelo y cómo había sido resultado de sus
supersticiones lo bautizó “Super-Sticioso” (si, ya sé,
un tanto complicado de pronunciar) en el pecho lucía
“heces” … que diga, “eses” por las iniciales
de su nombre ¿no? (y porque Tufemo no había lavado
ese traje) con lo del traje: perteneció a Steven Seagal,
a Silvester Stallone, a Santiago Segura al “Seportivo”
Saprissa a la Santa Sede y al grupo KISS (es que se
le habían desteñido la “K” y la “I”…)
en la próxima entrega empiezan las aventuras de Tufemo
y su nuevo discípulo en busca de Blas.
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