De Viaje
No como cuando uno dice: “de viaje jetas”, pero esto
ya es costumbre en mí, este otro viaje que voy a
describir fue otro, que por necesidad hube de emprender
(emprender o “em-apagar”) pues que me tocó que
viajar en los flamantes buses de nuestra compañía de
buses y para peores ir a nuestra flamante capital, el
suplicio comenzó no más de dos kilómetros de haber
abordado (o a-cosido?) el bus, pues me quitaron el
campo por culpa de un mal acomodamiento del chofer
bueno… yo de pie ahí bamboleándome y pensando
en algún accidente, cuando me quedo viendo que
a la par de la ventana había un rótulo que decía:
“Martillo de Socorro”… yo había visto otros que
dicen: “ventana de emergencia” o “en caso de
accidente rómpase los dientes…” (a no, rompa el
cristal) pero ¿martillo de socorro? ¿y si Socorro no
iba en ese bus??, pero bueno, cansado y mareado
llegué a la ciudad, y ve uno cada cosa…, hasta un
papalote del hombre araña guindando en una cerca
(o una lejos), calle, concreto, indigentes, vendedores
repartidores, atarantadores, borrachos malditos…
una de estas escorias de la calle, me empezó a
molestar mientras descansaba ahí por donde hay
un señor barriendo en el parque central, me pidió
plata, le di como cincuenta pesos, luego me dijo que
me pusiera de pie para hacer una “dramatización”
yo le dije que no estaba para esos ridículos, que para
ridículos ya me bastaba con existir, y “la paz del dial”
jalando adeptos (o ineptos) a su evangelización sin
sentido.
Lo único un tanto rescatable, fue la fugaz reunión
con el colega del Mar de Boe, que diga El Bar de Moe
que por ahí me llevó por los callejones del mercado
a comerme medio “sangüich” , luego ya en cumplimiento
de mi deber perdí tres horas valiosas de mi vida, que voy
a echar de menos durante un buen tiempo, y un aguacero
de padre y madre que me he “llevao”, cuando subía
un puente peatonal se vino un rayo que me hizo pegar
un brinco tal que casi casi quedo como punto más alto
y me pega el rayo…, salí corriendo y casi me paro en
una caca de un indeseable indigente…, luego en el
parque central de nuevo, vi una aglomeración de gente
que intentaba protegerse de la inclemente lluvia
después el largo camino hacia la terminal de buses
(casi me pasa las de Teófilo), pero llegué y solo habían
espacios de pie en el bus, por lo que hubiera sido mejor
venirme caminando.
Aún no se me pasa el mareo, el asco y la pereza de tener
que vivir sabiendo que a veces me toca que visitar la
capital de nuestra “bella” Costa Rica, lo siento por los
que tienen que pasar por esto todos los días.
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