1/2/10

Si Que Necesitamos Un Héroe (Primera Parte y Final)

Si Que Necesitamos Un Héroe
(Primera Parte y Final)


Corren tiempos de miseria, y corren tanto que
cuesta alcanzarlos, ya no alcanza el arroz ni el azúcar
(y eso que con las comidas “light” ¿luz?, se ahorra
algo) por lo que cuando vamos al supermercado
nos damos cuenta de que el sufijo (¿su-fijo o el mío?)
“súper” es de súper-caro, súper-usureros, súper-
inalcanzable (porque sigue corriendo) mientras tanto
en algún lugar del tiempo, Tufemo duerme el “sueño
de los gustos” alguien invoca su nombre (pues ha
leído algunas columnas en decadencia) Tufemo
despierta de su largo sueño y decide ayudar a los
desvalidos consumidores, para esto tiene, eso si
que inscribirse en la lista de la sociedad de héroes
anónimos y luego sacar una patente de funcionamiento
(pues en estos tiempos, todo está entrabado)
Tufemo llega a la oficina de reclutamiento y debe
llenar un cuestionario
-Nombre?-
-Si hombre, ¿Cómo que no?, entonces ¿pa’ qué estamos?
-Digo que ¿Cómo se llama?-
-Ah, Tufemo, para inservirle-
-¿Mi freno?, Qué hay con mi freno? (olvidé mencionar
que soy yo el que lo estoy entrevistando y como soy
aparte de sordo, distraído…)
-Mi nombre es Tu-fe-mo-
-¿y yo que culpa tengo?
 Entorna los ojos, cansado y me deletrea el nombre
-¿Patente de que quiere?-
-De súper-héroe-
-Le aconsejaría mejor una de licores, que ahora están en
oferta-
-¿No me puede atender otro funcionario?-
-¿Le parezco lento?-
-Yo diría que ralentizado-
-Es que son las pastillas, me tienen casi dormido, no me
concentro en lo que hago y cuando escribo, me salgo del
tema-
-Eso es grave- me dice Tufemo
-Gravísimo, ¿usted de cuales pastillas usa?-
-Yo no uso ¿Qué no se da cuenta de que soy el gran Tufemo
el legendario héroe y descubridor del Santo Dial?-
-El radio ya pasó de moda, a ver a ver, ¿va a sacar
la patente de licores si o no?-
 Por fin, con su flamante patente de licores nacionales
y extranjeros, sale nuestro héroe moderno de las oficinas
del gobierno y empieza a recorrer las calles en busca de
culpables a los que castigar, no obstante solo encuentra
borrachos a los que satisfacer y como es tan buena gente
daba el guaro muy barato y quebró en tres meses.
En vista de todo esto, decide ejercer su profesión de forma
clandestina, ahora necesita la máquina del tiempo de su
hijo Blasfemo, para encontrar el punto del tiempo en que
todo empezó a irse a la mierda y tratar de enderezar los
acontecimientos (con estas trazas, es posible que nos lleve
mas de un capítulo)
¿Continuará?...


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