23/2/10

En Un Lugar del Tiempo y El Espacio (Los Héroes del Registro)

 En Un Lugar del Tiempo y El Espacio
(Los Héroes del Registro)


Esto es una historia de la vida real, sin embargo, por
su contexto, se podría pensar que la inventé, en todo
caso ¿cómo se puede definir la realidad?, (malditos
análisis de media semana), resulta que cuando laboraba
(o mejor dicho hacía acto de presencia en una institución
que por su prestigio, no la menciono aquí (por su falta
de prestigio, digo)), me enviaron al registro nacional a
conseguir unos planos castrad… cartras…catapul…
de esos que hacen los “pitógrafos” (los pitógrafos son
los que dibujan pitos), los topógrafos…(esos son los que
dibujan topos), entonces llegué a las oficinas y ahí me
indicaron que tenía que buscar los códigos en una
computadora y luego extraer los planos, y llevarlos a
fotocopiar… (me confundí, porque no me dieron ni
cámara ni papel carbón), dicho y hecho: busqué la
información, como buen navegante que soy, me fui
para el archivo, extraje los planos originales y luego
anduve dos horas preguntando dónde quedaba el servicio
(de fotocopiado) (y el otro también)… cuando entré
al cubículo de los “fotocopiadores”, la escena se me
antojó como una de esas de” Termineitor” pues el
fotocopiador en jefe, en lugar de mano derecha, poseía
un garfio doble!, el encargado de los apuntes, tenía
una pierna de metal!, al guarda le faltaba un ojo, por
lo que usaba un monóculo telescópico, con el cual me
escrutó (que no me “escrotó”) cuidadosamente y cerraba
el equipo el que llamaba a los clientes cuando sus foto
copias estaban listas…. era majijo…, de esos que dicen
las cosas “cortadas”, o sea, que cuando llamaba… nadie
le entendía… en fin, le di los planos al del garfio y este
con gran habilidad los tomó y empezó a sacar fotocopias
a una velocidad que ningún ser humano aún teniendo
ambas manos es capaz de alcanzar, a cada plano que
procesaba, movía el gancho (el de la mano) peligrosamente
tanto que cada vez yo tenía que agacharme a la misma
velocidad, para no ser alcanzado por el eventualmente
mortal ataque (ahora que lo pienso, quizá así fue como
perdiera el ojo el guarda).
-muy bien, muchacho, me dijo con voz grave (casi en fase
terminal)- cuando esté listo, le avisaremos…
eso era lo que me temía (te-mía: que te hace “golden chower”)
pues por más que puse atención, no le entendía nada al
majijo ya descrito, por últimas, cuando descifré alguna
letra de mi nombre y mi institución, fui por las copias
anheladas… los cuatro hombres me miraron con ceremonia
(para no poner “ceremoniosamente”, pues no me cabía en
el renglón), tomé mi mercancía, me dispuse a salir de aquel
extraño lugar, olvidando una última instrucción: “cuando
hayan terminado de fotocopiar los planos, coloque los
originales en el lugar exacto de donde los tomó” al escuchar
las tajantes (hechas tajadas) palabras del “vocero” del grupo:
“éh, húchacho, de ós plánoj, é ój ávoj ój ácomoe” puse “pies
en tierrosa” (o era polvorosa??) y no me vieron ni el humo
desde entonces, no he vuelto a ese lugar, ni pienso hacerlo
y ya me voy porque creo que me van a mandar a traer unos
planos a …. nooooooo!!!!!!!!!!!!!

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